La proyección en la relación terapéutica.
Definición y ejemplo.
La proyección es un mecanismo de defensa de la angustia. Lo peligroso de uno es visto fuera, en el otro. Es así porque resulta insoportable, inmanejable o insegurizante advertirlo como algo mío. Esta es la especialidad del desconfiado, celoso, envidioso y susceptible Holly, también de Willow. no preguntándose «por todo esto en mi», lo advierten frente a sí con tanta nitidez. El enemigo está fuera. Cuanto más grande es la sombra que arrojo a lo propio, mayor es la película que proyecto sobre el otro.
Pero no sólo proyectamos la inevitable oscuridad, también los propios aspectos luminosos; por ejemplo, Cerato es diestro en despojarse de su sabiduría proyectándola en el otro a quien consulta cada tanto. El otro sabe, yo no.
La proyección es habitual y materia de trabajo y formulación. Pacientes y terapeutas proyectan lo propio en el campo de la relación terapéutica, tanto los aspectos sanos como los insanos. Justo por esto es importante el proceso terapéutico personal del TFI.
En esta oportunidad, daré cuenta de la proyección de lo negativo, con un ejemplo del grupo de supervisión.
Una Terapeuta Floral Integrativa, supervisa a una nueva paciente que tiene conocimientos de esencias florales. Comienza diciendo que se siente muy enfadada con su paciente «Estoy rabiosa». En los 2 primeros encuentros, luego de explicarle y hacerle entrega de la fórmula a su consultante, ésta hace un gesto de disconformidad. En la segunda entrevista, su paciente agrega que «algo falta en esta fórmula». La TFI se siente cuestionada y devaluada por su paciente: «Así no hay quien trabaje».
El paciente proyecta
Antes de regresar al caso planteado en supervisión, digamos algo importante para que tomes nota: tu paciente se relaciona contigo como lo hace por fuera de ti. Lo habrás visto varias veces: puede intentar seducirte con sus entusiastas descripciones, rápida comprensión y sonrisa propias de los indicadores Agrimony; puede apremiarte con su impaciencia (Impatiens); avergonzarte con su intolerancia devaluadora (Beech); apabullarte con su decir sin interrupciones (Heather); confundirte con sus exigencias infantiles de control y sádicas (Vine); o intentar agradarte con su complacencia (Centaury). Lo bueno es que encuentra en ti a uno que no sale corriendo debido a su acción fallida. Por el contrario, te quedas a su lado conteniendo y colocando un foco realista y terapéutico sobre eso que no sabe ni puede hacer de otra forma, por el momento. Cuando esto sucede y, si lo sabemos instrumentar, tenemos una buena oportunidad para arrojar claridad sobre las consecuencias en su vida de ciertas proyecciones y el fondo de todo ello, y sin duda que surgirán esencias florales de profundo calado terapéutico.
Elaboremos la proyección del paciente
Volvamos a la paciente de nuestra TFI.
No se fía de lo que su terapeuta le formula «algo falta en esta fórmula». Se me ocurren 3 vías no excluyentes de trabajo:
1. Hacer lugar a su sensación de que algo falta, confiar en que allí hay una posible verdad. ¿Qué cree que no se ha recogido en la fórmula?
2. Llevar el foco hacia su desconfianza que es miedo. No nos equivocamos si suponemos que no fiarse (gesto de desconfianza) o sentir que algo falta en lo que le dan, no es algo nuevo en su vida. Sucede que ahora lo proyecta sobre su TFI. Le sugiero a la TFI que abra este tema con su paciente con delicadeza y paciencia. Que explore ¿cuál es la historia de la desconfianza en su vida? ¿Cuándo comenzó? Habremos de ir hasta las escenas fundantes de su desconfianza. ¿Cómo es? ¿Dónde la siente? ¿Cómo se ha venido manejando con este doloroso sentimiento de «me fallan»? ¿Cómo se queda luego de sentirla? Qué abre de nuevo el escucharse decir esto y saberse escuchada?
3. Será tan importante como lo anterior investigar si ¿hice algo (la TFI) como para despertar su desconfianza? ¿Qué cree el paciente sobre ello? Y ¿con quién más le sucede esto a parte de con su TFI? Según su experiencia ¿qué le hace esto a sus vínculos?
Habremos de colocar esencias florales a lo largo de toda esa narración.
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La Confluencia como mecanismo de defensa
El terapeuta proyecta
El problema aparece cuando ante una proyección del cliente el terapeuta reacciona con una proyección propia:
«Es insoportable, así no hay quien trabaje con ella. Estoy muy cabreada».
Conflicto a la vista.
La paciente está en tu consulta justamente porque tiene ese problema en sus relaciones, también lo tendrá contigo. No es algo personal contra ti, sino que actúa esto contigo también. No eres la excepción. Si no nos damos cuenta, en el mejor de los casos, la consultante interrumpirá el proceso; en el peor, la confundiremos y no colaboraremos a que pueda introducir alguna diferencia en ese modo de vincularse. Hagamos algo distinto a lo que la mayoría hace con ella, que es, abandonarla enfadados o desaparecer dejando la cara. Nuestro trabajo pide de una gran tolerancia, paciencia y capacidad de encaje.
Elaboremos la proyección del TFI
La confianza en la relación terapéutica tarda en establecerse, se cuece lentamente entre paciente y terapeuta. No esperes que confíe en ti de entrada y valore tu trabajo. Te sugiero que tomes Impatiens y Chicory y revises tus propias exigencias infantiles de ser rápidamente valorada por alguien que aún no se valora a sí misma.
Pero, la terapeuta, hace de esto algo personal. Se siente devaluada y cuestionada por su paciente, esto la enfada sobremanera y decide que ya no quiere tratarla. Está proyectando (ambas lo están). ¿Cuál es la historia del ser devaluada en la vida de la TFI? ¿A quién coloca en el lugar de su paciente? Nos dice, dándose cuenta de su proyección, que su padre la infravaloraba, y también su hermana mayor: «Ambos se aliaban para criticarme y decirme lo inútil que yo era». Hay ira allí, una tapada, evitada y censurada, que asoma en la relación terapéutica con su paciente, activada por la proyección de la consultante.
Le propongo a la TFI: cierra los ojos, ahora te pido que sientas plenamente ese enfado ubicándolo en donde está, con tu padre y con tu hermana… Siéntelo intensamente, permítete enfadarte con uno y luego con la otra. Deja que lo que hay esté allí. Hazle un espacio a tu enfado en tu conciencia de ti misma… o lo verás por todas partes.
Esta es una proyección de la terapeuta sobre su paciente. Y no estoy diciendo que no sea muy molesto que una paciente devalúe y no agradezca tu trabajo. No, eso duele. Es una agresión y, toma nota, ya tendrás la oportunidad de abrirlo a su consideración cuando haya algo más de confianza, cuando sientas que el vinculo contigo está más hecho. Recuerda, la paciente hace esto aquí contigo y con muchos otros. Así de enfadada está, así de asustada está. No salgas corriendo tú también. Abre un espacio diferente para que aprenda esto de sí, y de lo que provoca en el otro.
Recuperemos la presencia
Entonces: ¿a quién miro mientras creo mirar al paciente? ¿Con quién estoy mientras creo estar junto a él o ella? ¿Puedes adueñarte de tu proyección y volver a colocar allí a tu paciente?
Y algo más, continúa trabajando aquellos enfados en tu propia terapia personal. A veces, damos por cerrada una herida en nuestras vidas que continúa manando sangre y apareciendo en nuestras propias proyecciones en consulta.
Recupera tu lugar para que tu consultante recupere el suyo.
Regresa a la buena mirada ahora, con esta mayor conciencia de lo propio.
Proyección negativa y proyección positiva
La Proyección es una defensa, estamos de acuerdo en esto, pero la proyección también es necesaria. Es un apoyo para la empatía.
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