Amena crónica de nuestras formaciones on line
Las complejidades de una formación on line
Si ahora me pregunto cómo en el 2007 se me ocurrió lanzar la escuela on line, mi respuesta es «No sé». Puedo atribuirlo a mi entusiasmo por la tecnología, facilitado por mi entrenamiento en la música experimental electrónica, con todos esos aparatos y artilugios que tuve que aprender a manejar. Quizá, pero no me parece una razón suficiente.
Creo más bien que tuvo que ver con mi debilidad por los desafíos creativos. El desafío era: ¿Cómo hacer una formación on line tan buena como la presencial que venimos dando desde los años 90? ¿Sería posible algo así? Pero lo más difícil fue ¿cómo responder a la falta de cultura on line de nuestro público?, a las limitaciones de la técnica, los prejuicios, miedos e inseguridades de las personas que nunca se habían acercado ni a pensar en aprender con este formato, o a un ordenador.
Aun hoy la anterior es una dificultad, lo que es una pena, porque las clases grupales on line son entrañables, las relaciones que se forman entre personas de distintos países y culturas que entran en conversaciones y prácticas terapéuticas avanzadas, también lo son. Poner en relación a una persona que vive en Chile con otra de Navarra, o una de México con otra de Brasil, o residentes en Estocolmo con otros en Thailandia, es conmovedor.
Así es que comencé a diseñar el proyecto junto al querido equipo de la escuela: Silvia Rojas, Estrella Jiménez Villa, Gabriela Rodríguez Arias… Seguro que os podéis imaginar lo complejo, complicado y difícil que fue esto, pero apasionante también.
No quiero entreteneros demasiado con la montaña de elementos técnicos, docentes y de sensibilidad hacia el alumno en particular, y hacia los distintos grupos que se forman, que tuvimos que atravesar. Pero quiero mostraros algunas de las fotos y capturas de pantalla que fui haciendo a lo largo de los últimos años. La cara de felicidad que tenemos en algunas de ellas son absolutamente verdaderas.
Susana Veilati